QUE OS PARECE LO OCURRIDO AYER?¿
ABC:Todo hacía presumir que la procesión del Niño Jesús de Praga del Santo Ángel no iba a salir por la lluvia y tampoco saldría la primera mujer costalera de Sevilla, Sonia Alías. Pero no, la procesión, aunque acortando el recorrido, se lució y fueron tres las primeras costaleras de Sevilla.
Antes de las cinco de la tarde en la puerta trasera del convento de los Carmelitas, en la calle Muñoz Olivé, se agolpaban los periodistas, tanta era la expectación que la salida de la primera mujer bajo una trabajadera en Sevilla había despertado. Un amable pero contundente joven negaba la entrada a los periodistas intentando, sin conseguirlo, dar una imagen de normalidad. Porque ya a las cinco de la tarde se sabía que no sería una sino tres las mujeres bajo el paso del Niño Jesús de Praga. Sonia había almorzado con otra de las chicas, María Dolores Flores, y no querían hablar con los medios porque el tema «se había ido de las manos». Y mientras, iban llegando las representaciones de la Hiniesta, la Estrella, los Gitanos, el Carmen Doloroso, el Grupo Joven de Jesús Despojado y la Asociación Parroquial Madre de Dios del Dulce Nombre de Pío XII. La nota simpática la puso la banda de la Estrella de Dos Hermanas. Apareció por una calle Tetuán llena de charcos a los sones de «Sevilla tiene un color especial».
A las seis menos veinte se abrieron las puertas del Santo Ángel, con unas 150 personas aguardando. Todo era de estreno: las costaleras, la procesión del Niño solo en enero, el mes de su festividad, y la imagen, obra del joven escultor Fernando Aguado, de 27 años, para la que le ha servido de modelo su hermana Rocío.
A Sonia no se la pudo localizar ni bajo el paso ni fuera. Se supo que había llorado antes de entrar en él, donde iba de corriente en el centro de la última trabajadera y que se hizo una foto con el capataz, José Díaz de la Portilla.
Buscando a Sonia encontramos a las otras dos costaleras. María Dolores Flores Esquivias, nieta del que fue capitán general de Sevilla Manuel Esquivias Franco y que ha sido fotógrafa de prensa. Costal de rayas, gafas rojas, comentaba que no podía hablar, que sólo querían disfrutar. A su lado, una jovencísima Isabel Santiago, de sólo 16 años, que se echaba el costal blanco sobre los ojos para que no se le viera la cara.
En La Campana, el capataz se dirigió a Sonia en el momento de llamar: «Sonia voy a llamar. Esta va por ti.» Luego se dirigió a ella en otra levantá, todas a pulso. en la calle Sierpes delante de Artesanía Textil. Todo el mundo pensaba que Sonia haría el relevo en algún momento, pero no fue así: aguantó el recorrido completo, como los buenos. Según explicó su madre luego, «no salió para que no la vieran con el costal. Ella lo avisó, no engaña». Fue también imposible verla salir del Santo Ángel. Ni siquiera en la iglesia se la vio al salir del paso y se prohibió la entrada a la Prensa. Uno de los carmelitas se dirigió a los presentes al terminar la procesión: «Damos las gracias al escultor, al vestidor y a la cuadrilla de costaleros y costaleras, que han soportado la presión mediática.»
Un poco antes de la siete, delante de Unicaja en la calle Sierpes, entró Isabel Santiago, de 16 años. Las trenzas todavía la hacían más niña. Salió en la calle Granada. Sus padres la abrazaron llorado. Isabel, que estudia 1.º de Bachillerato de Arte en el Instituto Politécnico y vive en Sevilla Este, pertenece a una familia ilustre de capataces, los Santiago. Dijo que se emocionó mucho «y no podía ni respirar». María Dolores fue la última en entrar. Lo hizo ya de vuelta, al principio de Tetuán y llegó hasta el final.