DESDE LA CALZÁ...
La iglesia, la taberna y la calle
"La puerta de la iglesia de San Benito tiene una taberna enfrente. Están al hilo el mostrador de la taberna y la nave de la iglesia. Son casi iguales las puertas; y la calle que atraviesa, de tan estrecha, apenas es linde y frontera entre los dos lugares". Así describía el genial Núñez de Herrera el entorno. Hoy ya no existe esa taberna, ni la calle es tan estrecha, más bien todo lo contrario. Hoy ya Pilatos no se asoma por sorpresa, temprana la tarde, a aquel viejo mostrador de barrio. Pero, pese a todo, sigue existiendo una Semana Santa diferente en la Calzá.
Siempre lo vislumbré como un espacio único, cercano a casa, algo más allá de San Esteban, de la frontera de la Puerta Carmona, pero a la vez lejano tras ese viejo puente bajo el que pasábamos en coche, las tardes de verano, al volver de la piscina.
Recuerdo aquella mañana de Martes Santo en la que acudí con mi padre a visitar los pasos; era una iglesia desconocida para mí, curiosa con esa empinada rampa que cubre por unos días los escalones con los que habitualmente te recibe. Sorprendía imaginar que ese barco dorado salía por esa puerta tan pequeña y hacia una calle tan estrecha, una calle tan estrecha junto a una de las principales arterias de la ciudad, parecía raro, pero a la vez hermoso.
Recuerdo que los Martes Santos eran especiales. Tras pasar Santa Cuz por la sillas, me llevaban mis tíos siempre al mismo lugar, aquella frontera de la Puerta Carmona, donde San Benito ya no era el estallido de alegría de la atardecida en la Campana. La noche la convertía en una larga hilera de luz entre el bullicio de la calle San Esteban; largas filas, morados antifaces, jacaranda en la jarra de sus escudos y pequeños nazarenitos agachados, buscando combatir su cansancio y su aburrimiento jugando con la cera. Detalles y recuerdos como estos me hicieron comenzar a ver San Benito, desde muy temprana edad, como una de esas cofradías que siempre tienes ganas de volver a reencontrar.
Recuerdo como en esas noches de mi infancia, de pronto aparecían esos ciriales, sencillos y personalísimos, anunciando la llegada del paso de la Presentación al Pueblo a los sones inolvidables de Arahal. Recuerdo verlo perderse en la lejanía, subiendo por última vez un puente que los mayores me habían contado que iba a desaparecer...
Hoy la Calzada ya no es lo que era, pero a pesar de todo sigue manteniendo mucho de su esencia. Sigue teniendo alguna vieja tasca como la referida por Núñez de Herrera, no tiene calle estrecha para que Pilatos se asome, temprana la tarde, pero sigue teniendo una cofradía de un sabor especial, que todos esperamos con ilusión cuando se va acercando el día grande de su barrio.
Extraido del Blog del Pregonero de Sevilla. Un magnifico articulo, Enrique.
2 comentarios:
Olé por don Enrique por escribirlo y Olé por don Javier, por ponernoslo por aquí para que lo leamos.
Excepcional artículo.
Muchas gracias amigos. Éste va por todos los que me habéis seguido enseñando con vuestra amistad la buena gente que hay en la calle Oriente.
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