2 de marzo de 2008

LO QUE SE AVECINA



Se nos echa el tiempo encima sin querer darnos cuenta. Despiertan ya tímidos azahares que sigilosamente cambian por minutos el aspecto de cada naranjo, cada plaza o calle. Se va notando, no solo en el paisaje, sino en las conversaciones, en los acontecimientos, en las mañanas de domingo, en los paseos vesperinos y los encuentros con amigos.

Ya no contamos los días que llevamos de Cuaresma, sino que nos ilusionamos contando los que quedan para el Domingo de Ramos. O para las vísperas. Tiempo de mudás, de horas frenéticas en priostía, de besamanos, de palios vacíos, de planchar túnicas y comprar capirotes, de soñar lo que pronto viviremos, de retomar tradiciones e instaurar otras nuevas, de refrigerios bajo el sol, torrijas en La Campana y buenas conversaciones cofrades.

Tiempo de espera. De vivir esperando lo que, inevitablemente, ya llega.

Que os sea leve.

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